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miércoles, 22 de julio de 2009

Las suertes en la vida




Ayer día veintiuno llovió sobre mojado, de pronto aparece la desesperación por resolver lo que habíamos pretendido dejar pendiente, con el aparente margen de error para podernos hacer a un lado en caso de que los planes resultaran fallidos. Y bien, ahora los planes nos tienen con la soga un poco apretada. Aún hay tiempo, más no el más favorable.

Sin llegar al extremo de un deseo de pertinencia en una de las necesidades que todos los días tenemos que cubrir en la vida: Comer.

"No volveré a probar bocado hasta que pueda tragarme un guajolote entero yo solo, sin darle a nadie, sin aguantarme el hambre pa' que los otros coman. Aunque los otros... sean mis hijos."

"Quiero comer yo solo, todo para mi ¡todo!, y si no, no volveré a comer nunca. Quedar lleno, sin hambre, con el sabor del guajolote en la boca, sin desear otro pedazo..."

Es el caso para Macario cuando ve que la situación no apunta sino a estar condicionado por el resto de su desgraciada vida, a compartir con su esposa y sus hijos lo poco que tiene para comer.

Yo no soy Macario, pero hemos de saber las condiciones en que la vida nos lanza, también pasamos por desconciertos y apretones de este tipo, sin importar que uno mismo se los haya buscado. Más cuando uno sabe que las decisiones pasadas se han fundado en solo desear el bien para otros, y aún más, compartir lo que se tiene, entonces no es tan grave como parece.

Macario enfrentó tentaciones para compartir el pavo ya cuando lo tuvo dispuesto para él. Más entonces pudo deliberar lo que haría y si lo compartía con quienes le pedían según su juicio a merecer.

Ayer día veintiuno, se cumplieron dos cosas, 6 meses en que la soltería volvió a las andadas por nuestros mismos caminos y cede al mismo paso que uno, pero que de lo cual me venía sintiendo hasta hace unos días con ánimos de haber superado, pues el compromiso duró poco, las aventuras otro tanto, la experiencia quizás siempre. Así como también un año en el que por primera vez supe lo que era una prueba que te expone tu situación viral, resultado de tu responsable desempeño sexual, o quizás irresponsable, pero saludable que da cuenta de que podemos seguir disfrutando un poco más. No siempre es fácil recordar momentos especificos entre las horas que uno sigue disperso por la vida.

Al día de hoy si tuvera que hacer cuentas, no sabría exactamente cuales. Siento que debo algo, pero se que también me deben. Preferiría hoy cobrar, pero no se a quien, no se qué es lo que debo cobrar. Ojalá alguien me diga.

¿Acaso es la suerte como una bolsa de monedas que se nos entrega para gastarla durante toda la vida? Algunos se les otorga más llena, otro no tanto. ¿Cuánto he de cargar en la mía? ¿Por qué no se nos permite saberlo? ¿Será que si lo sabemos gastaríamos sin medida? ¿Cuando uno gasta estas monedas, se pueden hacer créditos para que se repongan? En verdad quisiera gastar una moneda de mi suerte el día de hoy.

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